Cazadores de mitos sobre los lácteos

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Mindy es una nutricionista senior de Anchor, cuenta con un BSc (con honores) en nutrición y dietética por Kings College en Londres.

Cuando la mayoría de la gente piensa en los lácteos, su primer pensamiento puede ser que son una fuente de calcio, y que son buenos para los huesos fuertes.

Otros en cambio, tienen opiniones diferentes cuando se trata de los beneficios de los lácteos para la salud, influenciados por las investigaciones obsoletas o por la información incorrecta.

Así que cuando se trata de lácteos: ¿qué es hecho y qué es ficción?

Mito: La leche provoca mucosidad

Ficción. La textura de la leche puede dejarte con una sensación temporal de mucosidad, presente en la boca y en la garganta, sin embargo, la investigación científica ha demostrado que en realidad el consumo de la leche no crea la producción o la formación de mucosa o flema. Si estás resfriado, aún se puede consumir la leche en moderación como parte de un plan de alimentación sana, aportando ambos líquidos importantes y nutrientes esenciales mientras no te encuentras bien.

 

Mito: La leche descremada está diluída

Ficción. Nunca se agrega agua a las leches semidescremadas o descremadas, la única diferencia es la proporción de la crema que quitamos para obtener el nivel correcto de grasa. Esto da una leche con un sabor más ligero, aun así, aportando un rico paquete de nutrientes esenciales, por lo que es una excelente opción si estás buscando una opción más baja en calorías.

 

Mito: La leche descremada contiene azúcar añadido

No se añaden azúcares. Cuando te fijas en la etiqueta de la botella de leche, la leche descremada puede que tenga alrededor de 0.2 g. más de azúcar natural de leche (lactosa) que la leche entera, por 100 ml. Es porque cuando se reducen los niveles en grasa, los niveles en todo lo demás de la leche, incluyendo la proteína, el calcio y la lactosa, aumentarán proporcionalmente. Así que al bajar la grasa resulta en un nivel de azúcar un poco más alto, pero no es porque se lo han añadido.

 

Mito: No puedes consumir los lácteos si tienes una intolerancia a la lactosa

Ficción. La gente con una intolerancia a la lactosa no necesariamente tiene que evitar los productos lácteos. La mayoría de la gente con una intolerancia a la lactosa, diagnosticada clínicamente, puede consumir hasta un vaso de leche normal y otros productos lácteos sin preocuparse, en particular el queso y los yogures porque son bajos naturalmente en lactosa, o cuando los consuma como parte de una comida. 

Esto es diferente a una alergia a la proteína láctea, cuando hay que evitar todos los lácteos. Mira nuestro artículo para más información. Si piensas que es posible que tengas una intolerancia a la lactosa, visita a tu médico para un diagnóstico correcto y consejos dietéticos a medida de tus necesidades.

 

Mito: Los lácteos contribuyen a la osteoporosis

La fortaleza ósea está relacionada con la densidad de los huesos; así que en general lo más densos los huesos, lo más fuertes son. La osteoporosis es una enfermedad en la que se produce una disminución de la densidad de masa ósea asociada con un riesgo más alto de fracturas ósea.

El calcio es uno de los factores principales que afectan a la densidad ósea. Los expertos de salud pública y las autoridades científicas tal como la Fundación Internacional de Osteoporosis recomienda que el consumo de la leche y los productos lácteos como la fuente dietética más disponible de calcio para el desarrollo y mantenimiento de los huesos fuertes.

 

Mito: Los humanos no deben tomar leche de vaca

Ésta es una teoría interesante, pero la cual la ciencia no respalda. Propone que el cuerpo humano no fue ‘diseñado’ o no ha evolucionado para tolerar la leche de otro animal. Sin embargo, la evolución de nuestra cultura y los genéticos cuentan otra historia – comenzando con la domesticación de los animales cuando la agricultura reemplazó a la caza-recolección, hace alrededor de 10,000 años. Una vez que se reconoció a la leche de vaca como una fuente de alimentación potencial, se desarrollaron productos como el yogur y el queso, los cuales podrian ser almacenados para estar disponible durante las temporadas de baja producción de leche. También el yogur y el queso eran más fáciles de transportar y se toleraban mejor que le leche debido a su contenido mas bajo de lactosa. Desde entonces, el cuerpo humano ha evolucionado genéticamente por miles de años para producir lactasa, la enzima que permite digerir y tolerar la lactosa a lo largo de nuestras vidas. Esta adaptación abrió una fuente importante de nutrición para sostener a las comunidades y asegurar la supervivencia cuando fallaran las cosechas y es la razón de por que podemos hoy disfrutar un delicioso vaso de leche.

 

Mito: Toda la leche en Nueva Zelanda está hecha de leche en polvo

¡Ficción! En Nueva Zelanda estamos muy afortunados de tener mucha leche disponible así que se puede embotellar fácilmente leche fresca, Nueva Zelanda produce una variedad de productos lácteos tal como las leches en polvo y las leches UHT, las cuales duran por más tiempo que la leche fresca. La mayoría de estos polvos y productos UHT los exportan al extranjero, a menudo a países donde hay disponibilidad limitada de leche fresca. En algunos países donde es difícil acceder a la leche fresca, algunas compañías venden leche reconstituida hecha de leche en polvo.

Anchor tiene una variedad de leches en polvos y leches UHT, ¡las cuales son una elección conveniente cuando estás lejos de un refrigerador!